Ese día era sábado, no había que ir a la escuela, por lo tanto, no había nada para hacer. A media mañana su padre lo llamó diciendo… Cristian, es hora de levantarse.

Medio dormido y medio despierto giró su cuerpo de un lado a otro se abrazó a la almohada y esperó.

En otro lado de la casa, su madre trajinaba entre los quehaceres de la cocina, mientras ponía  a lavar, ropa atrasada de la semana.

Se sintió un ruido, al fin se levanto y enfiló hacia el baño, y tras unos minutos se sentó a desayunar

Sus labios apenas humedecieron la taza, un leve mordisco a la malteada y de tanto en tanto, espiaba por la ventana.

De repente ya no estaba allí, se hallaba en frente, con sus amigos de siempre. Luego su madre exclamó ¡ ese niño no come nada! Y llegó el almuerzo y con él, la tarde y volvió a jugar y al pasar las horas, fue recuperando el alma.

Al otro día, las mismas cosas, para una diferente jornada y esperó los momentos más felices, los que en su dieta no estaban, y nuevamente su madre exclamó ¡ese niño no come nada!

Y se fue a jugar, al football, a las cinchadas. Por la tarde el sol enrojeció sus blancas mejillas y transpiró su cabello  y entre juego y juego estalló en frenética risa.

Allá en la tardecita  su padre lo reclamó… Cristian, es hora de dejar de jugar y hacer los deberes… Quiso ponerse serio y tras un pequeño silencio respondió… ya los hice papá.

Dale, dale, agregó su padre, que no te he visto tocar nada. No respondió y siguió jugando, hasta el cansancio jugó, luego entro directo al baño y se duchó.

Se sentó a comer una merienda, apoyó la cabeza en la mesa y se quedó dormido, al otro día, mil excusas para emprender la mañana. Y llegó a la escuela y en la entrada, entre compañeros se saludaban.

Se adentró en sus cosas, las que a él le importaban y se rió una y otra vez. Fue

avanzando por el patio y entre bromas y comentarios de repente se sintió observado, alzo la vista y allí estaban, aquellos compañeros que lo golpeaban.

Todo cambió en un instante, su cuerpo se estremeció y se puso tenso, bajó la mirada y de su rostro, despareció la risa.

Llegó a su clase y se sentó en su banca, y mientras la maestra hablaba, la tapa de su cuaderno rayaba.

Sonó el timbre del recreo, se dirigió al baño y nuevamente, los encontró en la entrada. Se sintió mal y comenzó a vomitar, se hizo en la ropa y quedó allí, tirado en un rincón, mientras los compañeros  se burlaban.

Su madre lo fue a buscar y regresó  a su casa, quiso hablar con él, más él, no dijo nada……….