Lo curioso de este fenómeno es que el violento, el irrespetuoso, el “ninguneante”, el tirano… no se percibe a si mismo como tal, encontrando las causas mismas de su violencia en el comportamiento de los demás y justificándose de ese modo. ¿Cómo queremos erradicarla entonces si esta cada vez se practica de forma más sutil, insidiosa y disimulada?
La erradicación de la violencia en el mundo continuará siendo una utopía mientras existan personas violentas que la practican con una naturalidad que resulta patológica y pasa por reconocer que hasta el más pequeño acto de desconsideración, desprecio, “ninguneo” u hostilidad hacia otro ser humano encierra en si mismo las raíces de esa violencia que, en ocasiones, adquiere dimensiones desproporcionadas.
Respondamos con paz ante la violencia y demandemos justicia para los tiranos y los violentos. Comencemos desde ahora a ser asertivos frente a aquellos que quieren coartar nuestros derechos y a defendernos de quienes pretenden vulnerarlos. Ofrezcamos a los demás un trato respetuoso y reclamemos ese mismo trato para nosotros. Reconozcamos todos esa dignidad que nos confiere nuestra condición de seres humanos y dejemos siempre un lugar en nuestro corazón para el perdón: el único “bálsamo” que sanará nuestras “heridas”. Al violento le queda su violencia. !A nosotros nos quedará la paz!
Psicólogo y Técnico Superior en PRL
anamib.ayuda@gmail.com