Vivimos en una sociedad altamente deshumanizada donde la violencia se ha extendido de una forma tal que a veces nos pasa desapercibida llegando incluso a calificarla como “aceptable”.

   Lo curioso de este fenómeno es que el violento, el irrespetuoso, el “ninguneante”, el tirano… no se percibe a si mismo como tal, encontrando las causas mismas de su violencia en el comportamiento de los demás y justificándose de ese modo. ¿Cómo queremos erradicarla entonces si esta cada vez se practica de forma más sutil, insidiosa y disimulada?

    La erradicación de la violencia en el mundo continuará siendo una utopía mientras existan personas violentas que la practican con una naturalidad que resulta patológica y pasa por reconocer que hasta el más pequeño acto de desconsideración, desprecio, “ninguneo” u hostilidad hacia otro ser humano encierra en si mismo las raíces de esa violencia que, en ocasiones, adquiere dimensiones desproporcionadas.

    Dejemos, pues, de mirar hacia otro lado porque sus raíces se encuentran en todos nosotros aunque en la mayoría de casos no se manifieste más allá de algún que otro enfado o discusión acalorada.

    Respondamos con paz ante la violencia y demandemos justicia para los tiranos y los violentos. Comencemos desde ahora a ser asertivos frente a aquellos que quieren coartar nuestros derechos y a defendernos de quienes pretenden vulnerarlos. Ofrezcamos a los demás un trato respetuoso y reclamemos ese mismo trato para nosotros. Reconozcamos todos esa dignidad que nos confiere nuestra condición de seres humanos y dejemos siempre un lugar en nuestro corazón para el perdón: el único “bálsamo” que sanará nuestras “heridas”. Al violento le queda su violencia. !A nosotros nos quedará la paz!

    Antonio de Fuertes
Psicólogo y Técnico Superior en PRL
anamib.ayuda@gmail.com
Artículo publicado en prensa: Diario de Mallorca (23/09/2011)