– Si pudiera hablar con alguien le diría que he llegado al fondo, que no puedo más.

Siempre se puede más.

– Cuando alguien llega a hablar solo, como yo ahora, es que está solo, solo y  enfermo.

La soledad en su momento, puede ser una bendición, o es que no te has dado cuenta, no todo el mundo es capaz de estar solo consigo mismo. Tú sí.

– Lo mío no tiene mérito, no lo elegí, me han dejado solo, no he tenido oportunidad de escoger.

Te dejaron solo si, al principio, después tú mismo fuiste aislándote del resto.

– Sí, cuando ya tuve suficientes palos en los lomos, me fui, efectivamente, como perro apaleado, me fui solo a lamerme mis heridas.

Pon cada cosa en su sitio, a cada responsable en su lugar, tú, apaleado y todo, no eres ajeno a todo esto, tienes un papel, reconócelo, no te cierres a tu propia historia o acabarás con ella.

– No es fácil. Lo cerraría todo, daría carpetazo.

No puedes.

– ¿Cómo?

Que no puedes. No puedes porque nadie puede abandonar un trabajo vital, como el que tienes ahora entre manos, tienes que seguir, debes ponerte al tajo, meter riñones y voluntad,  seguir adelante.

– Y,  ¿dónde iré? Si no veo ningún camino, ninguna posibilidad, ninguna luz…

No importa, muévete, sal, entra, tú simplemente camina, eso es todo.

– Me pides algo tan difícil…

No. Simplemente anda. Nada más.